Yoga y Libertad: la fábula del árbol y el viento
por Laura Cantillo
Había una vez un joven árbol que crecía en una colina alta, rodeado de un bosque espeso. Sus raíces eran fuertes y estaban profundamente ancladas en la tierra, pero su tronco era rígido, y sus ramas apenas se movían con el viento. Un día, una brisa suave comenzó a soplar. El árbol, acostumbrado a su inmovilidad, se resistió. «No necesito moverme«, pensó. «Estoy firme, así es como un árbol debe ser«.
Pero el viento siguió soplando, cada vez más fuerte haciendo que los esfuerzos del árbol fueran cada vez mayores. Ante la inmovilidad del árbol, el viento le dijo: «¿Por qué no fluyes conmigo? El movimiento no debilita, fortalece. Déjame mostrarte lo que hay más allá de esta colina«.
El árbol, terco, se negó. «Mi fortaleza está en permanecer rígido. Si me muevo, podría perder mi esencia«.
El yoga ha acompañado a la humanidad durante miles de años, ofreciendo herramientas para el equilibrio físico, mental y espiritual, pero, ¿qué significa equilibrio en la sociedad en la que hoy nos desenvolvemos? En las últimas décadas, la práctica del yoga ha experimentado una transformación significativa. En el contexto de la globalización y la digitalización ha dejado de ser una tradición rígida para convertirse en un espacio de autoexpresión y libertad. Este fenómeno es especialmente relevante en el contexto contemporáneo, donde cada vez más personas buscan prácticas que respeten su individualidad y se adapten a sus necesidades únicas.
¿Qué entendemos por diversidad en el yoga? Estudios recientes como el de Bastos (2022), destacan cómo la práctica del yoga ha evolucionado hacia una experiencia profundamente personal. En este nuevo paradigma, el yoga no se limita a posturas o técnicas específicas, sino que adopta formas diversas que integran movimiento, meditación y expresión creativa. La globalización ha permitido que el yoga incorpore elementos de distintas culturas y tradiciones, convirtiéndose en una práctica inclusiva y universal.
Esta transformación también se refleja en el ámbito digital. Durante la pandemia de COVID-19, la digitalización permitió que el yoga llegara a millones de personas en sus hogares, adaptándose a las limitaciones físicas y sociales del confinamiento. Según Bastos, este cambio no solo amplió el alcance del yoga, sino que también lo reinventó como una práctica que empodera al individuo para explorar su autonomía espiritual.
El yoga contemporáneo es, en muchos sentidos, una herramienta para cuestionar dogmas y tradiciones rígidas. En lugar de imponer un camino único, el yoga invita a cada practicante a explorar su propia relación con lo sagrado. Esta búsqueda de libertad interior es fundamental en un mundo que a menudo nos impone roles, expectativas y normas.
Algunos/as practicantes encuentran en el yoga un espacio para la introspección, donde pueden desconectar de las demandas externas y reconectar con su esencia. En este sentido, el yoga se convierte en un viaje personal hacia la autenticidad, ayudando a cada individuo a descubrir quién es más allá de las etiquetas y condicionamientos.
La evolución del yoga no solo se refleja en su adaptación a la modernidad, sino también en su capacidad para abrazar la diversidad. Hoy en día, el yoga es un espacio inclusivo que celebra las diferencias y fomenta la conexión entre personas de todas las edades, géneros, culturas y habilidades. Esto es especialmente significativo en un mundo marcado por la fragmentación y la exclusión.
En este sentido, el yoga no es una disciplina única, sino un mosaico de prácticas que reflejan las historias y aspiraciones de quienes lo practican. ¿Cómo puede el yoga convertirse en un espacio inclusivo donde cada voz sea escuchada y cada historia valorada? Quizás, la respuesta está en la comunidad que permite que se constituya en torno a la práctica.
El yoga en la era de la libertad nos recuerda que esta práctica ancestral no está limitada por el tiempo ni el espacio. Su capacidad para adaptarse a las necesidades y realidades contemporáneas es un testimonio de su relevancia y profundidad. Al permitirnos explorar nuestra relación con lo sagrado, reconectar con nuestra esencia y celebrar la diversidad, el yoga se convierte en una herramienta poderosa para la transformación personal y colectiva.
En este camino, cada practicante es libre de encontrar su propio ritmo, su propia voz y su propio significado en el yoga. Porque al final, la verdadera libertad no está en las posturas ni en las tradiciones, sino en la capacidad de ser uno mismo en armonía con el mundo.
El viento, paciente, persistió día tras día, hasta que finalmente el árbol, agotado por los esfuerzos sobrehumanos que tenía que hacer, perdió el control y dejó que sus ramas se balancearan. Al hacerlo, descubrió algo maravilloso: el suave movimiento no solo lo conectaba con el viento, sino también con el mundo a su alrededor.
El árbol observó cómo sus hojas bailaban con la luz del sol y cómo el movimiento atraía a los pájaros e insectos. Sus raíces seguían firmes, pero su tronco y ramas fluían con el viento, llenándose de vida y diversidad.
El viento sonrió y susurró: «Tu fortaleza no está en la rigidez, sino en la capacidad de adaptarte y crecer. Ahora has descubierto lo que significa ser verdaderamente libre«.
Desde entonces, el árbol, que una vez fue rígido y aislado, se convirtió en un refugio vibrante, conectado con todo lo que lo rodeaba, descubriendo que la libertad no era abandonar su esencia, sino abrazar el cambio y la diversidad.
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Referencia bibliográfica: Bastos, F. (2022). Nueva Era, cuerpo y subjetividad: la performance de los practicantes de yoga y meditación. Sociedad y Religión, 32(60), 188-209.
Enlace artículo científico
https://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1853-70812022000200007&lng=es&nrm=iso&tlng=es