«NADA YOGA. El pensamiento musical hindú»
Por Mayte Criado
Cualquiera que se disponga a entrar en contacto con la música hindú se enfrenta a una serie de reflexiones filosóficas sobre la energía (el sonido), el espacio (la disposición de las notas musicales, las energías en forma de sonido) y el tiempo (la estructura rítmica que organiza los sonidos). Se introducirá en una serie de indagaciones metafísicas sobre la energía, sus aspectos sensibles y los elementos matemáticos que pueden alcanzar a reproducir sus propias relaciones. En sí toda la filosofía hindú, como su música, navega alrededor de estas posibilidades inmensas e infinitas.
La tradición hindú pone un especial énfasis en la dimensión y el recorrido del sonido en el cuerpo, en la mente y en la conciencia. Ha desarrollado un inmenso conocimiento sobre su naturaleza y sobre la cualidad espiritual y sagrada de las alturas y subdivisiones de cada nota (cada vibración sonora). Es la propuesta más importante del Yoga. Nada Yoga: el yoga de la vibración primordial. El sonido, la música organizada, la voz, las propias vibraciones son el reflejo exacto de lo que somos.
El tratado Sanghitaratnakada (Océano de perlas de la música) del 1.204 d.C. de Sarngadeva es un compendio de alabanzas sobre el sonido, sus aspectos materiales y sus valores cosmológicos; en el mundo, los sonidos prevalecen sobre cada elemento, llenan nuestros cuerpos, tocan la conciencia, expresan sutilezas a través de sus resonancias y, siempre, con un principio trascendente que obra tanto dentro como fuera del mismo. Nuestro cuerpo físico es la caja de resonancia de esas sutilezas y realidades, capaces de transformar nuestra conciencia.
A través de los sonidos, especialmente de la voz, se pueden conocer muchos aspectos de una persona. La organización del sonido a través de la armonización de sus elementos puede purificar un lugar, un cuerpo o una situación, cambiarla de estado y afinar su vibración energética.
La capacidad de la música de nutrir algunas emociones y combatir otras, es, para los teóricos hindúes, un motivo importante que une la resonancia de las notas con la disposición de la conciencia: se trata de la relación que existe entre lo que se llama RASA y RAGA.
El término Rasa está relacionado con decantar o destilar. Indica el sabor, el aroma, algo que describe la experiencia de alguna cosa; algo que le imprime un carácter especial, aunque éste se mantenga conceptualmente, inaferrable. Justo es éste el significado de Esencia: una característica indefinible con el lenguaje de las palabras pero que debe contener cualquier manifestación artística como indica el Natyasastra de Bharata (300 a.C.)
Raga es el tejido de reglas que organiza el movimiento musical a lo largo de una estructura escalar y que significa literalmente Ser Coloreado. Es la forma musical que “toca” al que escucha, que lo emociona, que lo inspira y lo lleva a emocionarse en alguna dirección o a afinarse vivenciando y aceptando su propia realidad. El Raga es la forma en la que se expresan los sonidos e invitan a “colocarse” en el espacio y en el tiempo, el presente.
El Raga es una experiencia tan delicada que entra de lleno en la dimensión de lo sagrado: un espacio donde su forma es circular y ritualizada. Es aquí donde llegamos al Tala que es el sistema rítmico que define y concreta la experiencia musical en el fluir del tiempo. Tala articula el proceso temporal organizando su forma.
Este es el pensamiento musical hindú fundamental: una reflexión profunda y sagrada sobre la energía en forma de sonido, el espacio y el tiempo al interno de la dimensión perceptiva de la vibración.
“Alabamos ese Sonido Divino, la vida de la conciencia en todos los seres y la bendición suprema manifiesta en la forma del universo. Por la adoración del sonido, Brahma, Vishnú y Shiva son verdaderamente alabados por ser la forma del sonido” Sanghitaratnakara
Para la filosofía hindú, el sonido primordial, nada, es lo mismo que hablar de la conciencia universal, de la estructura del universo, del proceso de la creación o de todo lo que está en el origen de las cosas. En el Sanghitaratnakara encontramos:
“El Alma Universal (la conciencia), queriendo hablar, aviva la mente. La mente aviva el fuego constante en el cuerpo y ese fuego aviva al viento (la respiración). Después, ese viento de la región de Brama (el plexo solar), elevándose por los senderos ascendentes, desencadena el sonido en el corazón, la garganta, la cabeza y la boca”
NA es aliento (prana) y DA es el fuego (agni). Nada es la conjunción de aliento y fuego; una manifestación de la corriente continua de la vibración universal que circula por las profundidades del cuerpo humano. Es la Música de las Esferas, que describiera Pitágoras refiriéndose al movimiento de los astros. Nosotros, nuestra voz, somos, según la tradición del Nada Yoga, canales sagrados de este sonido primordial.
Los pensadores hindúes reconocieron niveles muy sutiles dentro del proceso por el cual se liberan los sonidos: partiendo del inconsciente y llegando a la intención en la mente consciente; surgiendo desde lo más profundo, manifestándose en la garganta, definiendo un lenguaje articulado por los órganos de expresión y, por último, dejando salir el aire como sonido grosero.
No solamente los músicos hindúes consideran cada emisión de sonido (en el instrumento musical y en la voz) como un acontecimiento sagrado y como un medio a través del cual se es co-creador del sonido universal, también los músicos occidentales clásicos, fueron los grandes místicos de nuestra historia. Dejaron un patrimonio musical lleno de significados e inspiración espiritual.
Desde la perspectiva hindú, el sonido no es algo externo. La voz no es un mecanismo productor de sonido: es un canal que lleva a la superficie todo lo que somos; un proceso a través del cual se afina y se entona con el mundo, un recorrido de identificación y realidad.