¿Puede un recuerdo transformar nuestro mundo?
Parafraseando a Daniel Kahneman, si viviéramos la mejor experiencia de nuestra vida, una vez que ha pasado, ¿qué nos queda? ¿Qué ha pasado con esos segundos de gloria? Lamentablemente, ya no existen. No están. Podemos tener la mejor vivencia del mundo y que ésta dure sólo tres segundos. Por fortuna, nuestro cerebro es maravilloso. Tenemos un yo que recuerda, un pequeño caballito de mar viviente en el océano de conexiones neuronales y estructuras encefálicas: el hipocampo. Éste se ocupará de que esa experiencia se convierta en una memoria que podremos evocar cada vez que lo necesitemos. Nos susurrará lo que evoque de aquel momento esperando a que seamos ávidas oyentes. No sólo eso, sino que nos ayudará en la toma de decisiones en base a esas experiencias y memorias.
Pero, la memoria va deteriorándose a lo largo de los años. La realidad nos enfrenta ante un hecho: las personas somos cada vez más longevas y nuestra memoria es cada vez más débil. ¿Qué podemos hacer? ¿Puede el yoga ayudarnos a salvaguardar esos recuerdos? ¿Sería una herramienta que alentase a nuestro hipocampo a mantenerse ágil y vivaracho más tiempo?
Hariprasad, V.R. y su equipo en el estudio «Yoga increases the volume of the hippocampus in elderly subjects – PMC» intentaron dar una respuesta inicial a este interrogante.
Este grupo de estudio del Instituto Nacional de Salud Mental y Neurociencias de Bangalore quería valorar cómo la práctica de yoga podía influir a nivel hipocampal; o lo que es lo mismo ¿el yoga mejora la memoria y ralentiza los procesos degenerativos de la memoria? Para ello, durante seis meses, proporcionaron sesiones de yoga a un grupo de personas mayores que comenzaban a presentar problemas neurodegenerativos de memoria y observaron qué sucedía en el hipocampo mediante técnicas de imagen morfométrica. Sabemos que cuando entrenamos una parte de nuestro cerebro, ésta aumenta de tamaño y mejora su funcionamiento.
¿Qué había pasado con el caballito de mar?
Tras el estudio, lo que se observó fue que había cambios significativos en la región posterior del hipocampo bilateral. Que la memoria había frenado durante esos seis meses de entrenamiento su degeneración. No se había recuperado la parte dañada pero sí se había reforzado la que todavía no tenía afectación. Es más, ésta había aumentado su tamaño.
Podemos afirmar, en base a este estudio, que este campo de investigación es algo necesario a explorar. Hay multitud de estudios que intentan replicar los resultados obtenidos y valorar otros factores que puedan intervenir en el mantenimiento saludable de nuestra memoria. No son ajenos los que hablan de la mejora de memoria de la mano del restablecimiento de la respiración natural (Zelano, C. 2016, Nasal Respiration Entrains Human Limbic Oscillations and Modulates Cognitive Function) e incluso los que emplean el yoga para frenar los aspectos neurodegenerativos del cerebro relacionados con la memoria (Rodríguez, M. C., 2015, Efecto de un programa de Hatha Yoga en pacientes con enfermedad de Alzheimer).
Queda mucho camino por recorrer, pero los resultados en este sentido son muy esperanzadores para nuestro caballito de mar. Nos hablan de los beneficios que el yoga tiene en nuestra memoria. Hablan de la transformación que la práctica regular de Yoga podría tener en nuestras vidas y, sin duda, hablan de la revolución que podría suponer.